Si yo empezara ahora mismo a
hablar de Ignacio Martínez Mendizábal
muy pocas personas, por no decir prácticamente ninguna, adivinaría de quién estoy
hablando. Algunos podrían pensar que, versando este artículo sobre temas
televisivos, deberá ser algún presentador o, ahora que el término está tan de
moda, un tertuliano de algún programa que se emita actualmente. Otros, quizás,
rebuscarían en su memoria, en programas ya caducados, de otra época, en la que,
es posible, fuera un comentarista o un periodista deportivo. Por el contrario,
si citara a Belén Esteban, muchos
sabrían casi instantáneamente a quién me estoy refiriendo.
Belén está en la cabeza de todos o, al menos, de la
inmensa mayoría. Nos guste o no. Incluso los que no la vemos normalmente (entre
los que me incluyo), los que no consumimos esos programas denominados basura
(por algo será) sabemos algo sobre ella o sobre su vida. Se ha convertido en
algo especialmente complicado aislarse de Belén porque la vemos constantemente, voluntaria e involuntariamente, en televisión, revistas o periódicos, Internet…
Belén es la punta de un iceberg,
posiblemente sea el ejemplo más representativo de la deriva televisiva que estamos padeciendo en este país desde hace
años. Se hizo famosa al casarse con un torero, del que seguro que muchos ya
sabrán su nombre. Ha pasado por infinidad de programas de televisión, todos con
distinto nombre pero con idéntico patrón. Programas como Sálvame Deluxe, del que vamos a hablar a continuación.
Sálvame Deluxe encaja
perfectamente en la definición de televisión
basura que expone Gustavo
Bueno en su libro Telebasura
y democracia y que podéis encontrar al comienzo de éste artículo de opinión, cuya lectura también recomiendo desde aquí. Es el tipo de
programa construido sobre la idea de que todo
vale. Una especie de teatrillo de cuarta división, burdo y soez, por el que
desfilan tertulianos que se autodenominan periodistas, famosos con supuesto
éxito en la vida (en la mayoría de los casos están ahí por ser hijos de, primos
de, ex maridos de, amantes de o, simplemente, por haber participado en otros realitys), comerciantes de la intimidad
propia o ajena, delincuentes
o allegados, oportunistas en busca de dinero fácil y otras especies de
difícil catalogación.
Esta corriente de entretenimiento
vulgar, amoral, banal, grotesco,
morboso, a veces pornográfico y siempre facilón se ha instalado en nuestra
vida cotidiana con naturalidad pasmosa. No sólo hemos mirado para otro lado,
sino que hemos alimentado el monstruo y lo hemos convertido en un excelente
negocio para las cadenas de televisión, que van subiendo la apuesta (hasta
dónde llegarán es una incógnita) a medida que se van conociendo los datos de
audiencia: si son buenos, para mantenerlos, si son malos, para subirlos.
En el siguiente vídeo se puede
ver un ejemplo de lo que estamos hablando:
En España hemos podido contemplar
cómo se han ido formando ídolos de barro, a veces desde muy temprana edad, que
se toman como ejemplos a seguir. Se ha creado el pensamiento, la falsa idea, de
que no es necesario esforzarse (estudiar, aprender, pensar, decidir y
equivocarse y aprender del error, dedicarle tiempo a las cosas) para tener
éxito, relevancia o pura satisfacción personal en la vida.
Lo más triste de todo quizás sea que nosotros siempre hemos tenido el poder, ha estado y sigue estando en nuestras manos, pero hemos decidido no ejercerlo. Nos hemos abandonado a lo que nos echen, que siempre es menos costoso y requiere menos esfuerzo que pelear por una televisión educativa y de calidad. Una televisión que nos trate como a ciudadanos con capacidad crítica, no como a simple mercancía para el enriquecimiento de unos cuantos.
Si queréis seguir profundizando un poco más en el tema, aquí os dejo unos enlaces que pueden ser de vuetro interés. En el primero de ellos se habla de la cara oculta de los realities y el segundo es una entrevista con Gustavo Bueno acompañada de la crítica de su libro Telebasura y democracia:
La cara oculta de los 'realities': http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/11/television/1339379040.html
Gustavo Bueno y la telebasura: http://www.fgbueno.es/hem/2002b23.htm
Por cierto, para los que hayan aguantado el artículo entero, Ignacio Martínez Mendizábal es Doctor en Biología y en el año 1997 recibió el Premio Príncipe de Asturias por sus hallazgos sobre la evolución humana en el yacimiento de Atapuerca. Casi nada.
¿Qué os parece a vostros el estado actual de la televisión? ¿Qué programas eliminaríais de la parrilla? ¿Qué echáis en falta o añadiríais a la programación?
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